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trabajadora de la salud pública,operando desde las redes para la transformación y el cambio/operadora psicosocial/ maestranda en género, poder y sociedad/ Al azar agradezco tres dones: haber nacido mujer, de clase baja y nación oprimida. Y el turbio azul de ser tres veces rebelde. Maria-Mercè MarÇal

10 mar 2011

La pena de muerte María Elena walsh

Fui lapidad por adúltera. Mi esposo,

que tenía manceba en casa y fuera de ella,

arrojó la primera piedra, autorizado

por los doctores de la ley a la vista de mis hijos.

M e arrojaron a los leones por profesar

una religión diferente a la de estado.

Fui condenada a la hoguera, culpable

de tener tratos con el demonio encarnado

en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora

de un lunar en la espalda, estigma demoníaco.

Fui descuartizado por rebelarme contra la

autoridad colonial.

Fui condenado a la horca por encabezar

una rebelión de ciervos hambrientos.

Mi señor era el brazo de la justicia.

Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas

merced a un contubernio católico-protestante.

Fui enviada a la guillotina porque mis

camaradas revolucionarios consideraron

aberrante que propusiera incluir los derechos

de la mujer entre los derechos del hombre.

M e fusilaron en medio de la pampa,

a causa de una interna de unitarios.

Me fusilaron encinta, junto con mi amante

sacerdote, a causa de una interna de ferderales.

Me suicidaron por escribir poesía

burguesa y decadente.

Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte

años de mi edad, sin tiempo de

arrepentirme o convertirme en un

hombre de bien, como suele decirse de los

embriones en el claustro materno.

M e arrancaron a la cámara de gas por pertenecer

a un pueblo distinto al de los verdugos.

M e condenaron de facto por imprimir

libelos subversivos, arrojándome semivivo

a una fosa común.

a lo largo de la historia, hombres doctos o brutales

supieron con certeza qué delito merecía la pena

capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el

culpable. Jamás dudaron de que el castigo era

ejemplar. Cada vez que se alude a este escarmiento

la humanidad retrocede en cuatro patas.

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