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trabajadora de la salud pública,operando desde las redes para la transformación y el cambio/operadora psicosocial/ maestranda en género, poder y sociedad/ Al azar agradezco tres dones: haber nacido mujer, de clase baja y nación oprimida. Y el turbio azul de ser tres veces rebelde. Maria-Mercè MarÇal

18 ago 2011

El valor de la palabra “no”



Desde que tuve aquel incidente en el subte donde un hombre me acosó fisicamente, yo reaccioné y la policia lo agarró, siento que salí fortalecida, que entendí lo importante que es defender mi integridad, sea de un ataque físico o verbal. Decidí que no voy a tolerar ninguna insinuación, palabra o frase que considere ofensiva o invasiva.
Hoy estaba en una apretadísima formación de la línea C, me escondía del viaje a base de auriculares. Saliendo como podía llegué a percibír que alguien que esperaba afuera me hablaba. Con los oídos tapados no percibí las palabras pero el tono era clarísimo. Ese tipo de tono que no importa que estuviera cubierta de tela del cuello hasta los pies todavía me hace sentir vulnerable, desnuda. Sacándome un auricular llegué a escuchar “..mi reina”.
No es tan terrible, pensarán algunos, “mi reina” no es una descripción anatómica, una acción o un insulto, pero la entonación claramente lasciva alcanzó para que yo sintiera que esta persona me imponía su deseo sin invitación alguna. A veces, la diferencia total está en las formas. Casi todas las mujeres que conozco conocen ese tono, el tono de un extraño que sin importar las palabras trae un mensaje muy claro, una imposición, una objetivización. La gran mayoría, como alguna vez hice yo, se aleja molesta, enojada o perturbada, en silencio.
No.

Esa simple palabra puede ser liberadora…
No soy un objeto.
No soy una víctima.
“No soy tu reina, querido” dije alto y claro, mirandolo a los ojos.
Y seguí mi camino, sintiendome liberada.

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